Corría el año 1924, y visitaba Chile el ingeniero alemán Otto Heinecke con el fin de promocionar su invención, el paracaídas. Para mostrar públicamente su creación se organizó una concurrida actividad que cautivó a la ciudadanía que llegó en masa a la histórica Base Aérea El Bosque. Cabe recordar que si bien hoy en día la base está dentro de la ciudad en esos años era bastante alejado de la zona urbana de Santiago.
Con el fin de realizar una demostración el ingeniero Otte Heinecke se lanzaría en paracaídas en la base aérea. Para tal efecto la dirección de la Escuela de Aviación Militar organizó un entretenido programa de actividades que contemplaba maniobras aéreas con los aviones de guerra, un concurso de aeromodelos en miniatura (que se lanzarían al vuelo), destacando finalmente el lanzamiento de Heinecke en paracaídas desde un avión.
Al evento concurrieron entre otras autoridades el entonces ministro de guerra Almirante Luis Gómez Carreño, junto integrantes de la Corte Suprema y Corte de Apelaciones de Stgo. Cerca de las 10 am llegaron a las instalaciones de la Aviación Militar siendo recibidos por el director de Aeronáutica Gral. Contreras.
Como es habitual en estas visitas se les mostró a las autoridades las instalaciones y aeronaves de la unidad. Luego se presentaron los aeromodelos con lanzamientos de los que contaban con propulsión de bandas elásticas (que hasta el día de hoy se usan) destacando la participación de jóvenes entusiastas de no más de 14 años de edad.
La demostración de Otto Heinecke
Finalmente llegó el momento de la demostración del paracaídas que acaparaba la atención del numeroso público presente. El ingeniero Otto Heinecke presentó y explicó su invención y luego fue a preparar el equipo para subirse al avión asignado, un Avro 504K denominado “Abelardo Núñez” matrícula 75, con el Teniente Rafael Sáenz al mando.
La aeronave despegó y comenzó a ganar altura para realizar la demostración, alcanzando los 800 metros que era lo definido para llevar a cabo el lanzamiento. Así el público contempló expectante como el “pasajero” se colocaba a un costado del avión y se lanzaba al vacío ante el estupor de la gente que rompió en aplausos y vítores al finalmente abrirse el paracaídas y quedar el intrépido Heinecke suspendido en el aire.
El histórico salto de Lagreze
Con el arrojo y motivación de la época el entonces Teniente Francisco Lagreze se presenta al Director de Aeronáutica Gral. Contreras para solicitar el permiso correspondiente para realizar la prueba de lanzarse en paracaídas. Luego de consultarse al ministro de guerra Almirante Gómez Carreño, se autorizó la solicitud.
Así el Teniente Lagreze se presentó con el ingeniero Heinecke quien le explicó rápidamente el procedimiento del uso del paracaídas y luego procedió a subirse a un avión De Havilland DH-9 al mando del Teniente Oscar Herreros, al tiempo que Lagreze y Heinecke compartían la cabina del pasajero.
En este caso el avión ascendió a unos 1.000 metros y dada la maniobra el intrépido Lagreze tuvo que “colgarse” del avión para poder lanzarse al vacío, donde cayó a gran velocidad ante la impresión de los presentes, luego se dio paso al alivio de los presentes al ver abrirse la campana del paracaídas. El descenso tomó poco más de 3 minutos, y cuando se aproximó a tierra con velocidad Lagreze realizó una flexión del cuerpo para aminorar el impacto colgándose de las líneas del paracaídas, pero lamentablemente chocó con una roca y se dislocó un tobillo.
Ante esta situación sus camaradas lo tomaron y lo llevaron ante las autoridades que felicitaron el arrojo y valentía. Así pasaba a la historia el Teniente Francisco Lagreze como el primer chileno y sudamericano en saltar en paracaídas.
Referencias:
Revista Aerohistoria del IIHACH N° , Septiembre 2019
Libro Historia de la Aviación en Chile 1920-1925, publicado 1934, de Enrique Flores