En una emotiva ceremonia realizada en el Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio y organizada por el Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile (IIHACH) se llevó a cabo la conmemoración de los 95 años del cruce de la Cordillera de Los Andes realizado por una mujer, la aviadora Adrienne Bolland. En el acto conmemorativo el presidente del IIHACH Norberto Traub, hizo una breve reseña del raid sobre Los Andes de está intrépida aviadora.
Con la presencia de la Ministra de Defensa Nacional (s), Paulina Vodanovic, Comandante en Jefe (s) de la Fuerza Aérea de Chile, General de Aviación Lorenzo Villalón y el Director del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, Ricardo Gutiérrez Alfaro. Además doña Margot Duhalde, destacada piloto, única chilena en volar en el ATA (Air Transport Auxiliary) de delagaciones de mujeres de la Escuela de Aviación, representantes de la Asociación de Pilotos de Chile “Alas Andinas”; delegados de los cuerpos de aviación del Ejército y Armada y representantes de las Embajadas de Argentina y Francia. En la ocación además de recordar la hazaña de Adrienne Bolland se procedió a estampar el matasellos conmemorativo con la imagen del avión Caudron en que realizó la proeza.
La hazaña de Adrienne Bolland
Un ya lejano día 1 de abril de 1921, la joven aviadora de 25 años de edad, con poco más de un año realizando vuelos como piloto y con 40 horas de vuelo de experiencia, se lanza a la aventura a bordo de un frágil avión Caudron GIII sesquiplano, con un motor Le Rhone de 80 HP, para cruzar la Cordillera de Los Andes.
La aviadora se encontraba en Argentina desde el mes de diciembre de 1920 y había estado realizando diversas demostraciones en los alrededores de Buenos Aires, como parte de una gira propuesta por ella misma a su empleador René Caudron. Es en este contexto que le propone con el fin de hacer la mayor publicidad posible a Caudron, realizar el cruce de la Cordillera de Los Andes, proeza que ya habían realizado algunos pilotos de la época y que gozaban de gran fama. Sin embargo, por su género femenino y también por lo precario que eran sus aeronaves su propuesta fue más bien motivo de burla y menosprecio.
Era ya el mes de marzo de 1921, y Bolland no recibió respuesta positiva a su petición de un avión de mejores prestaciones para realizar el cruce. Habían pasado los meses de verano y Adrienne Bolland, se traslada a Mendoza, donde decide realizar el cruce con lo que tiene a la mano: su Caudron GIII, aeronave bastante limitada para poder hacer este vuelo. De madrugada aquel 1° de abril de 1921, su mecánico René Duperrier prepara el avión para la hazaña. Esa mañana a las 06:30 despega de la pista Los Tamarindos (lo que es hoy Aeropuerto El Plumerillo) en Mendoza, ascendiendo en círculos para lograr los 3.000 metros de altura para emprender el rumbo a Chile.
La misteriosa “vidente” de Buenos Aires
En la emotiva ceremonia del Museo Aeronáutico, doña Margot Duhalde recordaría una de las innumerables anécdotas que hubo en la realización de esta hazaña. Recordó que Bolland le contó una anécdota con particular gracia. Adrienne Bolland estaba algo aburrida en Buenos Aires, (especialmente por la adversa relación que tenía con la comunidad francesa por sus ideas de cruzar la cordillera), es así que cierto día recibe la visita de una insistente mujer que deseaba hablar con ella, que le indicó instrucciones precisas a lo que se enfrentaría durante el cruce: “en algún momento Ud. estará en el fondo de un valle que gira hacia la derecha. Habrá un lago. Lo reconocerá, tiene la forma y el color de una ostra, no se podrá equivocar. Tendrá ganas de girar hacia la derecha. No lo haga, las montañas son más altas que lo que puede subir”.
Llegada a Santiago
Casi al borde de desfallecer por las bajas temperaturas a las que estuvo expuesta Bolland llegó a la base aérea de Lo Espejo (actual Base Aérea El Bosque), donde era esperada por numeroso público. En ese lugar se encontraba el General Contreras entonces Inspector de Aviación, quien ordenó que se le dieran instrucciones precisas para indicarle la ubicación del Aeródromo a la intrépida aviadora, además de indicar por medio de banderas (una chilena, una francesa y otra argentina), extendidas en el suelo del lugar destinado al aterrizaje. A su encuentro volaron dos aviones SE5 Scout, piloteados por el Capitán Armando Castro y el Guardiamarina Alfredo Caces. Entre aplausos y vítores, fue conducida «en andas» ante las autoridades presentes al tiempo que la Banda del Regimiento Ferrocarrileros interpretaba la Marsellesa y el Himno Nacional de Chile.