64 años del primer vuelo entre Chile continental e Isla de Pascua

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Entre los días 19 y 20 de enero de 1951, se llevó a cabo un vuelo que cambiaría para siempre la vida de Isla de Pascua, uniéndola con el continente por vía aérea. El entonces capitán de Bandada Roberto Parragué Singer tenía la convicción de hacer este vuelo, por cuanto en varias ocasiones, y gracias a su insistencia, logró la aprobación para realizar este vuelo, incluso llegando a contactar al presidente de la República de la época, Gabriel González Videla, quien dio su aprobación para montar semejante operación.

La aeronave seleccionada fue un OA-10A Catalina matrícula 405, que ya había sido bautizado Manutara (ave de la suerte), y también se eligió la tripulación para realizar el épico vuelo. La tripulación estuvo compuesta por el capitán Parragué, los tenientes 2º Alfredo Aguilar Cerón y José Núñez Rousseau, el subteniente Sabino Poblete Alay, el sargento 1º Gilberto Carroza, el sargento 2º Héctor López Celedón, y los cabos José Campos y Mario Riquelme. A ellos se agregó como comandante de la aeronave, el comandante de Grupo Horacio Barrientos Jofré, comandante del Grupo de Aviación Nº 2.

El vuelo comenzó al atardecer del día 19 de enero, desde el Aeródromo La Florida en La Serena. Más de 2.000 personas se agolparon en ese lugar para despedir al Manutara, incluyendo al presidente González Videla.

Luego de un viaje de 19 horas y 22 minutos, el hidroavión arribó a la pista Mataveri, que era de poca preparación, realizada por los mismos isleños, cubriendo una distancia de 3750 kms. El vuelo marcó todo un hito, demostrando la capacidad de la FACH para llegar a ultramar y, además, asentando la soberanía chilena en Isla de Pascua.

El infortunio se hizo presente durante el regreso de la aeronave al continente el día 29 de enero de 1951, dado que, por la poca preparación de la pista, esta se había convertido en una masa de barro producto de las lluvias. El mal tiempo impidió el despegue del avión hacia el continente; sin embargo, se optó por despegar de todas maneras, pero desde el mar aprovechando así las capacidades del OA-10A Catalina. Lamentablemente las malas condiciones meteorológicas generaron olas que golpearon fuertemente parte del ala, dañando el avión e impidiendo el vuelo de retorno. El Manutara llegó desarmado en un transporte naval al continente meses después.

Esta hazaña demuestra toda la pasión por el vuelo y sacrificio de la tripulación, que volando con las pocas ayudas a la navegación disponibles, y a pesar de no haber podido retornar de la manera deseada, marcó un hito en las páginas de la historia de la aviación nacional.

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