Corría el año 1914, y la aviación se iba ampliando y mostrándose cada vez más, por medio de importantes logros acompañados de la espectacularidad de ver máquinas más pesadas que el aire alzar el vuelo.
En ese contexto a inicios del mes de julio de 1914 se publicaba que arribaría a Chile, procedente de Francia el hábil aviador Luis Omar Page, quien junto a Félix Copetta habían viajado a ese país con el objetivo de realizar los estudios necesarios para construir aeronaves en Chile, para lo cual planificaban adquirir una aeronave con el fin de efectuar las demostraciones correspondientes.
Estando en Francia, Page realizó impresionantes acrobacias deslumbrando a los presentes y al compatriota José Luis Sánchez Besa que construía aeronaves en esas lejanas latitudes. Ante la habilidad demostrada por Page, se propuso la construcción de un avión monoplano nuevo con capacidades acrobáticas, que sería adquirido por Copetta. Otras fuentes indican que el avión en realidad estaba destinado a otro aviador, como fuera el aeroplano en cuestión fue comprado por Félix Copetta. El modelo denominado Bathiat-Sánchez tendría un motor de 60 HP marca Le Rhone. Además, las alas eran desarmables y se podían ensamblar en pocos minutos.
Al regreso de Page a Chile en el barco Odessa, hizo escala en Punta Arenas en julio de 1914, sucediéndose las manifestaciones de aprecio y apoyo a Page, por parte de la ciudadanía de la ciudad, que además ansiaba con ver en vuelo un avión los cielos australes.
Ya con la idea de realizar las entonces denominadas “volaciones” Page comenzó a estudiar la meteorología de la zona y también la búsqueda del lugar más apropiado para hacer las demostraciones. Así se llegó a la conclusión de realizar el vuelo en el Club Hípico de Punta Arenas.
Estando todo organizado, solo faltaba que arribara a Punta Arenas el vapor Ramses que traía nada menos que el avión Bathiat-Sánchez y a Félix Copetta, hecho que se concretó el 17 de agosto de 1914.
Placa conmemorativa de los 50 años de la proeza.
El primer vuelo
El clima parecía que no ayudaría a que se concreta finalmente el primer vuelo de un aeroplano en Punta Arenas, más en un frío y amenazante día domingo 23 de agosto, siendo las tres de la tarde se inició la actividad. En primer término, el avión fue bautizado “Punta Arenas”, para luego seguir con los preparativos para el vuelo.
El aviador Page, ingresaba a la cabina del avión, de la cual quedaba casi medio cuerpo al aire, protegido del montante con forma de trípode que había frente a la cabina. Luego de poner en marcha la aeronave despegó frente a cientos de asistentes y realizó diversas evoluciones, para luego aterrizar. Luego nuevamente se hizo al aire y alcanzando unos 500 metros de altura, realizó la más impresionante maniobra de la época “el loop”, al que le siguió un doble «loop».
El clima comenzó a “complicarse” y a las bajas temperaturas se le sumaron vientos de unos 70 km/h, lo que obligó al ahora aclamado piloto a realizar un aterrizaje a un costado del Club Hípico. En un ambiente de gran alegría y admiración de la población de Punta Arenas que “por fin” lograban ver las evoluciones de una aeronave.
Los aviadores, luego siguieron a bordo del vapor Magallanes rumbo a Valparaíso, donde llegaron los primeros días de septiembre.
Sin duda alguna, una hazaña que, en el vertiginoso mundo actual, puede parecer “cotidiana”, sin embargo, en aquellos años un vuelo de esas características era motivo de gran admiración y por qué no decirlo de sorpresa, al ser máquinas que nadie había visto antes.
En las fotografías actuales se observa el lugar donde ocurrió la «volación» y la placa conmemorativa, que esperamos se siga manteniendo en su lugar y conservando para mantener vivo el recuerdo de esta importante hazaña de hace ya 110 años.
Panorámica del Club Hípico de Punta Arenas y sitio donde se ubica la placa conmemorativa y se puede apreciar el lugar que probablemente sobrevoló Luis Omar Page hace 110 años.
Referencias:
Boletín Informativo Nº 8/2014 Del Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile.
Historia aeronáutica de Chile, Enrique Flores Álvarez, 1950.
